Las tres mitades de Ino Moxo
César Calvo
Proceso Editores
Lima, 1981  

Lo más destacable de la novela son la estructura de las voces, la construcción del tiempo y la dicción de los narradores. Aquí se percibe la destreza de César Calvo para edificar una ficción que reelabora, en su forma, las coordenadas de una cosmología no occidental. El narrador principal es César Soriano, que cede la palabra a César Calvo y a varios brujos, quienes se despachan con extensos relatos míticos. Sin embargo, estos personajes no son sujetos individualizados: desde su título, la novela juega con las paradojas de la unidad y la multiplicidad. Siguiendo el pensamiento amawaka, se construye una comunidad de “yosotros” -diría el mismo Calvo- en la que cada voz está habitada por otras presencias, otras ánimas cuya armonía remite a la unidad cósmica. Así también, el tiempo narrativo no es lineal: cada suceso del presente encierra un hecho del pasado y otro del futuro, de tal manera que a la comunidad de voces narrativas le corresponde una densidad de los tiempos. Por último, lo mejor de “Ino Moxo” es su lenguaje. El texto funciona, en gran medida, como una colección de “visiones” de ayahuasca, que son presentadas como fulgurantes epifanías poéticas alimentadas por un conocimiento vasto de las creencias amazónicas. No hay en este mundo acciones prosaicas; cada verbo elegido respira irrealidad. Calvo fuerza su prosa para volverla onírica sin restarle exactitud. Así, las visiones poseen una materialidad alucinada, que potencia su extrañeza.  (Reseña de Luis Hernán Castañeda, de lamula.pe)

Fuente del libro: www.rezistencia.org

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