El amor y la vía láctea
Giuliana Llamoja
Editorial Estruendomudo
Lima, Perú.

"Por esto y lo otro, este libro es de una poeta mayor. Cada línea tiene su textura, cada verso su cantidad exacta de adrenalina. Hoy con ella podemos recorres este fino camino de la poesía escrita por mujeres en el Perú. Llamoja hace de su poética una presurosa necesidad del esplendor..." Eloy Jáuregui.  



El Universo de las palabras
Por Eloy Jáuregui

Giuliana Llamoja llegó a la poesía a los 13 años. Qué curioso, para los alquimistas, esa es la edad del exacto lampo, lo decía Pound y cierto, se refería al deslumbramiento de la música callada del ardor. Extraño en una persona que ingresa al viejo suburbio de la magia, y precoz. A ese intento de ordenar las rosas revueltas. Pero hoy que leo sus poemas, descubro que ella es una luz que atiza la fragancia de las penumbras. Este libro. “El amor y la vía láctea” es su primera puesta en escena de una era espacial en la poeta. Vivir en poesía y para la poesía, también vivir. Este manojo de poemas es la frase crispada golpeando su talle joven y dulcemente forta­lecido. Ahí su mérito, la sorpresa de encontrar una mujer que hace de su vida una sinfonía. Este libro es pura ingeniería del corazón y por eso el latido se nota en cada verso. En la frase sin máscara, en la oración con el único Dios que es irremediablemente, solo su escritura.

La metafísica es una de las simientes del verso. Llamoja lo supo y aunque el libro no es cronológico, tiene la lógica de las sinfonías de los tiempos ro­tundos. In crecento, le dicen y no me opongo. Hay un cabalgamiento de versos decisivos. Cito su poema: “Paroxismo de la pena”: Conozco las coordenadas del dolor, maldito arquitecto / como una hormiga la inmensidad de las montañas / como la soledad a la compañía / como un lamento repartido cada día, así conozco a esta vida”. La vida de Llamoja es esa. Escrita –descrita—como un laberinto de cicatrices de la nostalgia. Un mirar el fango que cubrió la nieve. Así este libro es un acercamiento al aullido del relámpago, ese crispamiento de imágenes que suscita el fervor, de su heladura tejida a una poesía de tono mayor.

La poeta es escritora antes de cualquier. Escribe poemas y su vida es poesía. Ya en el 2004 había ganado en el concurso de Los Juegos Florales en Poesía en la Universidad Femenina Sagrado Corazón. De allí, que un ojo de mi conciencia es descubrir a una dulce fiera irrumpiese violentamente en un estanque de serenísimo líquidos. Esa sinergia de imágenes que provocan estallidos en la sucesión de versos como “tijeras de barro que desataste mis huellas”. Qué dice con esto Llamoja. Que aquella urdiembre de imagines suena a aullidos. Como Ginsberg, cierto. Ella, me confesó. Antes que cualquier cosa, leía poesía. Ese su arrebato, esa su técnica y su placidez y dulzura.

Debo confesar que antes, la vida de una mujer que escribe poesía, era sospechosa de atajos y los rigurosos escrutinios de mi misterio. Giuliana Llamoja hizo despejar esa tempestad. En su notable poema “CONFE­SIONEN EN BUSCA DE A Dos”, poema de propuesta y respuesta –tan afín de escribir hoy en las redes sociales—en su propuesta tiene un verso: “clavada contra una peña, / me vuelvo en esta humanidad que me cruza,/ para compartir hoy, siempre y nunca antes ese papel mojado que ya no llora / y tal vez, el marco de medidas --.no sé si de mi cuerpo--, / sin palabras difíciles, / sin mendigar prodigios ni formas tan largas”. Vaya sustancia de plasticidad. Entiendo lo que dice. Comprendo lo que deja de decir.

Hay en su poética celo y asimilación del dolor existencial. ¿Tan joven? Sí. Es escritora genética, por eso leí sus versos y mi deslumbramiento derrotó toda adversidad. ¿A quién le importa? Que cada quien cuide su entierro que imposible no hay, que así decía un personaje de Jorge Amado. Me veo que antes las claves de su arte poética, Llamoja tiene una herencia fundamental de la poesía femenina escrita en el Perú. Su percepción de la realidad y su sueño amalgamado al poema de registro, están fundidos en un solo flujo, la estética de la imagen, la mujer como eje de la existencia, la infancia como abrazo de la memoria y su estrujante imago de su escritura.

Por esto y lo otro, este libro es de una poeta mayor. Cada línea tiene su textura, cada verso su cantidad exacta de adrenalina. Hoy con ella podemos recorres este fino camino de la poesía escrita por mujeres en el Perú. Llamoja hace de su poética una presurosa necesidad del esplendor. Giuliana es una voz mayor dentro de su generación ¡Y vamos, qué generación!, todas poetas, y de fuste. Y me acerque a su escritura y su magia ciego de sorpresas. Y desde ese momento quedé crispado ante su maravillosa gramática que con su ojo de luz y sombras, es un ser prodigioso escribiendo como una ave herida, el brillo fatuo de una extraordinaria textualización. Que su música no calle nunca y que su vitalidad haga de sus adversarios una coraza de luminosidad. Giuliana, bienvenida a la galaxia de la lírica y el encanto.


Lima, primeros días de julio de 2010.

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